Vamos a endulzarnos el finde que, para amargor y sinsabores me ha llegado el resto de la semana. Así que, como decía la reina de la salsa:

«ASÚCARRRR»

Os cuento la última que me ha pasado hoy. Bueno, han sido dos y, no sé cuál me ha «-abreado» más. Os cuento la primera por aquello de ser la primera en orden cronológico.

A eso de las 08:30 de la mañana llegaba la persona encargada de servir el gasóleo para la caldera de casa. Todo bien. No era el mismo trabajador de siempre, así que le hice las indicaciones oportunas.

Por aquellas cosas que, como diría mi amiga Ana de Coruña (hola Ana!) «si pasan es porque tienen que pasar», él optó por no abrir por completo la tapa del depósito, introdujo la pistola de la manguera y aquéllo comenzó a surtir el líquido oro (sí sí, oro es como lo cobran). La fatalidad quiso que la manguera hiciera codo, que el pie del trabajador quedara en el medio de la manguera y que este diera un paso atrás sin percatarse de la posición del pie dentro de la goma. ¿Consecuencia?:

Pues que el tirón de la misma hizo que la pistola se saliera del depósito y volara con la consiguiente ducha gasolera encima mía. Un ascototal.

Claro, me quedé dándole charleta al muchacho y me llevé la nombrada duchita. Así soy yo de entregada!.

Mi primera reacción fue mirar la ropa y preguntarle si aquéllo saldría. Ya no digo el olor, sino la mancha. Él me comentó que fuera rápida a echarle Mistol. Así hice, lamentando el hecho de ser tan «charlatana», de llevar «ropa de salir a la calle» y de no haberle obligado a abrir la tapadera por completo.

Para no hacéroslo más largo, tras dos lavadoras para la parka y otras dos para la pashmina, he conseguido que de ambas prendas no quede ni el recuerdo a Repsol.

Claro que lo peor no fue eso. Es indescriptible la sensación de sentirte como James Dean en Gigante, salvando el hecho de que lo que me cayó por encima no era negro ni me ha hecho rica. Además, mis mechas se vieron atacadas por el elemento líquido y yo, en plan tonta, pensando que se me iban a decolorar más, jaja. No tengo solución.

Nada, que tuve que estar dos horas esperando a poder  arrancar de nuevo la caldera, que calentara el agua y darme esa

«duchaincreiblementelimpiadoraysanadora»

que evitara que siguiera mi vida como sabueso de caza olisqueando por toda la casa porque todo me olía mal.

Todavía tengo el olorcito metido donde se meten los olores. Yo salí de olfato fino, fino y, confío, que el aroma de esta Torta de Maíz sirva para aliviar mi pituitaria. Vamos con ella.

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¡Qué buenísima está!. La harina de maíz que adquirí en Madrid en Foody ha resultado perfecta para que el acabado sea tradicional. Además, le he agregado un pelín de goma xantana para evitar que se desmigara. Ya sabéis que el maíz es un cereal sin gluten y el tema ligazón se hace complicado.

¿Os fijáis en el colorcito tan amarillito?. Apetece probarla, verdad?. Hacedla y me contáis.

Añado que mi madre ya la ha hecho y le ha gustado. Ya sabéis que es la jueza más estricta con y sin gluten. Ah! que no os había dicho que, además, es apta para celíacos, ni gota de gluten, fantástico.

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INGREDIENTES:

  • 2 huevos
  • 350 gr de azúcar
  • Ralladura de 1 limón y medio
  • 200 ml nata líquida
  • 340 gr de harina de maíz
  • La punta de una cucharilla de goma xantana

ELABORACIÓN:

  • En un cuenco bate los huevos con el azúcar hasta que cremen.
  • Añade la ralladura de limón y la nata líquida. Sigue batiendo hasta que se integre todo.
  • Agrega ahora la harina poco a poco y la goma xantana y sigue batiendo.
  • Te quedará un poco espesa pero no te preocupes, no es malo.
  • Vierte la masa en un molde, enmantequillado y enharinado y, espolvorea con azúcar toda la superficie.
  • Hornea a 180º durante 30 min o hasta que tome color y al insertar un palillo, éste salga limpio.
  • Sin duda facililla de hacer, como a mi me gustan las recetas. Anímate!
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Muacs dulces