Nunca deja de sorprenderme la vida. Las vueltas que da, las personas que dejas en el camino y que, por una razón u otra vuelves a encontrar, los caminos que tomas y que te llevan a lugares donde jamás pensaste que estarías…

En estos últimos meses, mi vida se ha convertido en el producto de un cúmulo de casualidades imprevistas, insospechadas y, por qué no?, un poco inauditas, pero que me tienen feliz (tal vez es que la vida es así siempre y yo, a mis taytantos no me había percatado). Tras un año pasado digamos malillo, a nivel salud, éste comenzó con buenas noticias, buenas perspectivas y una nueva situación laboral.

Llegados a este punto tal vez os preguntéis qué hace Berta divagando tanto, si es que se ha vuelto nostálgica (siempre lo he sido) y cuándo se va a poner a contar la receta. Pero es que todo lo anterior tiene mucho que ver con esta entrada, con estas fotos y con estos pasteles y Miguel.

Cuando empecé con el blog, lo hice sin pararme a pensar si alguien lo leería, si le gustaría a alguien y si habría alguien que se decidiese a hacer alguna de las recetas. Hoy he conocido a una de estas personas que varan en el sabor de lo dulce y que estaba muy cerquita de mi por esas casualidades que antes mencionaba, Miguel.

Miguel se ha apasionado tanto por la cocina que hasta se lanza a la aventura de tunear recetas, y viendo las fotos de sus creaciones sólo puedo decir que el alumno ha adelantado al maestro, jaja.

(Mirad los huevos caseros cómo se notan, qué colorcito)

Y hoy que, por fin, lo he conocido, me entero que no tiene maquinitas ni siquiera báscula y me ha recordado a mi querido Pepiño, que con su paciencia, sus manos y su buen hacer consigue, lo que otras con todas las Petras que se despliegan por mis mesados intentamos: maravillas.

Miguel, gracias por tu entusiasmo, por hacerme feliz al saber que un seguidor sigue el camino y quién sabe, tal vez se anime a crear un blog: La cocina de Miguel, Miguel cocinando, Dulce Miguel o quien sabe qué. Pero gracias por esta maravillosa y facilísima receta de uno de mis pasteles favoritos de Portugal. Son unos cuantos los que intento tomar en cada visita a la cadena del hágaselo usted mismo. Pero ahora ,ya no los echaré de menos porque estos están estupendos.

Como te dije al mediodía, tuve tiempo y los hice. Es más, algunos ya fueron en reparto y hasta los chicos los tomaron y dieron el OK. Las fotos no están tan chulas como las tuyas, pero para ser la primera vez, no me siento defraudada. Creo que hasta pueden pasar (soy Virgo, pura perfección!).

En vuestra pecera tienes a la chicas conquistadas por el estómago. Ahora me uno a ellas yo.

INGREDIENTES:

  • 300 ml nata líquida
  • 150 gr azúcar glacé
  • 6 yemas de huevo (los míos caseros)
  • 200 gr masa de hojaldre (yo utilicé dos discos de hojaldre La Cocinera)
ELABORACIÓN:
  • Cortar discos del hojaldre y forrar con ellos unas cápsulas de magdalenas o unos moldes engrasados.
  • Precalentar el horno a 180 grados.
  • En un cazo, diluímos el azúcar en la nata y calentamos.
  • Aparte, batimos las yemas en un bol hasta que queden bien cremosas.
  • Las añadimos a la nata caliente sin dejar de remover y ponemos a cocer al baño María hasta que la crema espese un poco (siempre, sin dejar de remover).
  • Vertemos la crema en los moldes sin llegar a llenarlos.
  • Horneamos durante 30 min.
Gracias por compartirla Miguel. Me queda pendiente el Coulant, que, of course, voy a hacer también.

Sin duda son unos pasteles para amantes del dulce. No voy a entrar a valorar el tema calórico, protéico y demás familia porque mi máxima es «si lo haces dulce, dulce te vuelves». Y la suelo aplicar con frecuencia. Así me va, jaja.