Aunque hoy estamos a miércoles de ceniza y con él se da por terminado el carnaval, os dejo las orejas que me llegaron este fin de semana de casa de mi madre. Al contrario que las filloas, que las hago cada dos por tres sin pereza ninguna, las orejas me pueden. Y no es por el amasado sino por la fritanga. Los que me conocen saben ciertamente que los fritos me gustan pero hacerlos me dan mucha pereza (a excepción de las croquetas que como son de mis favoritos…).

Este año mi madre con tanto viaje poco tiempo ha tenido de preparar una buena bandeja. Pero hacer las ha hecho así que creo que con eso llega. Gracias mamá. Estaban buenísimas: crujientes, con su punto de anís y sin sabor a churros como unas que probé recientemente y todavía no se me ha ido el regusto (Alina puede confirmarlo).

INGREDIENTES:

  • 1/2 kg de harina aprox.(dependerá de cada harina)
  • 4 huevos
  • 1 cuchara de manteca de vaca (en su defecto margarina)
  • Sal
  • 1 copa de anis y unas gotitas de esencia de anís
  • 1 pocillo de agua templada
ELABORACIÓN:
  • Hacer un volcán de harina. Batir los huevos e incorporarlos.
  • Deshacer la manteca/margarina en el pocillo de agua templada y añadirlo.
  • Agregar la sal, el anís e ir añadiendo la harina hasta formar una masa homogénea y elástica.
  • Dejarla reposar en una tartera o bol tapada con un paño, sobre 1 hora/ 1 hora y media.
  • Cortar trocitos de la masa. Estirarlos muy finitos con un rodillo y, después estirarlos con la mano.

  • Poner el aceite a calentar en una sartén con una piel de limón.
  • Freír las orejas y ayudarse de una aguja de calcetar para darles la forma en el medio.
  • Al sacarlas espolvorearlas de azúcar y poner sobre papel absorbente.