La relación que tengo con los helados viene de lejos. Te cuento:

Mi madre, una buenísima cocinera, por otra parte, siempre cuenta que, cuando me llevaba en su vientre, no paraba de comer helado. Hay que añadir que yo nací en septiembre y, creo que ello ayudó a ese antojo de algo fresco (por aquello de sobrellevar el calurosísimo verano gallego). Como consecuencia, nació una niña que heredó el gusto y apetencia, a partes iguales, por todo lo que sea frío, dulce, de cucurucho, vasito, terrina, corte, o directamente del cubo helado. Eso sí, yo soy de sabores tradicionales: nata, vainilla, fresa, chocolate, limón (en este mismo orden).

 

Aprovechando que las fresas están ya muy ricas y que tenía una bandeja generosa, me bajé al trastero a recuperar la heladera (cómo no, heredada de mi madre).

A veces, puedo ser tremendamente impulsiva. Lo malo son los 10 minutos que le siguen. Me explico. Yo no sé si lo pensé muy bien, porque primero, tenía que helar el vaso y, mi congelador al igual que el del 96% de los españoles en este confinamiento, estaba a rebosar. Tenía, por lo tanto, que sacrificar algo para poder meter la cubeta. Lógicamente, ni la carne, pescado, croquetas, pizza, gambones o pan podían irse. Así que he tenido que sacrificar los futuribles gin-tonic. Es decir, la bolsa de cubos de hielo (tamaño gasolinera) pasó a mejor vida. Todo fuera por albergar a los tupper de este cremoso, rico y adictivo helado de

 F  R  E  S  A    F  R  E  S  A

 

INGREDIENTES:

  • 500 gr fresas frescas
  • 2 cucharadas de zumo de limón
  • 150 gr azúcar (a mi me gusta añadir azúcar invertido para evitar la cristalización durante el congelado. Pero si no lo tienes, el azúcar en grano te sirve).
  • 4 yemas de huevo
  • 400 ml de nata para montar 35% M.G.

 

ELABORACIÓN:

  • Lava y seca las fresas.

  • Tritúralas en el vaso de la batidora con el zumo de limón y la mitad del azúcar, hasta obtener un puré.

  • Crema las yemas con el azúcar restante. Ayúdate de unas varillas.

  • Monta la nata bien fría.

  • Mezcla el puré de fresa con la crema de las yemas y, por último con la nata montada. Ayúdate de una espátula y realiza movimientos envolventes..

  • Vierte la mezcla en la heladora y espera a que se forme el helado. Si no tienes una, viértelo en un tupper; lo introduces en el congelador y  lo remueves con una cuchara cada 30 minutos durante unas tres horas. Así evitas que se formen cristales.

Espero que lo disfrutes tanto como yo porque queda cremoso, con esos trocitos de fresa que, no necesita ni barquillo ni sombrillita para emplatarlo. A mi, doble bola, por favor.

(bueno, como yo soy la pupas por excelencia, justo se me rompió el sacabolas cuando no debía. Por ello, no son lo perfectamente esféricas que mi querido Manu hubiese deseado 😆 ).

Nota mental para amigos: una cuchara de helados para Berta.

Helado cremoso de fresa sin gluten

 

Y, si te has quedado con ganas de más helado, puedes probar este riquísimo de Vainilla.