Hace tiempo que imaginaba este momento: el momento de enfrentarme de nuevo a mi web.

Para los que lleguéis hoy por primera vez, bienvenidos, gracias y, espero que os guste lo que comparto. Para los asíduos lectores y amigos, deciros que gracias por esperarme y por animarme a volver.

Ha sido un «intermedio» importante. Un parón necesario para organizar muchas cosas, pero, lo más importante, mi vida.

Cuando comencé con el blog, tenía la ilusión de los primerizos, de los expectantes, de la pasión por este hobby culinario y por, seguro, alguna razón más. El tiempo, en septiembre cumpliremos 10 años, me ha enseñado mucho pero también me ha mostrado la cara más amarga hasta llegar a la desilusión. Sí, lo confieso, he tenido momentos en los que la cocina o escribir no me apetecían nada. Me explico, porque lo merecéis y porque yo, siempre he querido ser y, así soy en mi vida cotidiana, sincera, honesta y verdadera.

La vida nos da oportunidades, nos enseña, nos premia, nos regala, pero también, nos quita, nos castiga y hasta si quiere, la muy muy dhdhdhf sjhfhffh nos puede hundir. Hubo un día en el que empecé a sentir que esto ya no me hacía feliz, ya no me aportaba y, aunque pasaran días, semanas, meses y años sin escribir, pues que la vida continuaba. Al principio, me sentí un poco culpable, pero ese sentimiento se fue apagando porque, en verdad, esta web es mía y yo decido si escribo o no. No tengo detrás a un grupo editorial ni patrocinadores ni ná de ná que, me exijan por contrato, escribir semanalmente una o varias entradas. Así que, en este chiringuito, yo soy la que abre la puerta y la cierra, la que repone la nevera o la desconecta, la que comparte o no. Y eso, no debería ser ni bueno ni malo para nadie. Nadie me obliga, ni yo misma. Y, cuando me dí cuenta de esto, fui feliz porque sentí que era libre. Y ¡qué bien he estado este tiempo!, creedme.

Hoy retorno con las mismas premisas, porque quiero llegar a esos 10 años de vida (he sido una de las pioneras en Galicia, una realidad pese a quien le pese). También es cierto que en estos 10 años, he sido testigo de muchos y variados asuntos: grandes creadores, nuevos productos, técnicas, empresas, ideas, y también de trepas, de riñas de patio de blogueros, de gente que disfruta hablando mal del trabajo ajeno, de la falta de compañerismo, de los y las listas y aprovechados y aprovechadas. Afortunadamente, he crecido estos 10 años libre, siendo Berta Castro. No he obtenido rendimiento económico por tener un blog ni por ser Berta Castro (añado Fernández para que mi madre no se me disguste). No he pedido dinero por estar en eventos. He estado en los que me apetecía, a los que quería apoyar y, con las personas que han sido conmigo respetuosas y sinceras. Sí es cierto que, he recibido muchas invitaciones y detalles, pero lo más importante es que el tiempo es el único juez en la vida y yo, duermo cada noche con la conciencia muy tranquila porque, nunca he vetado a nadie y, siempre, he agradecido a quien pensaba en mi para presentar, compartir y dar a conocer sus productos, empresas, proyectos, etc., bien a través de El Sabor de lo Dulce, El Sabor de lo Salado o de la sección A Cociña de Berta Castro del programa Come e Fala de la Radio Galega.

Mi vida ha cambiado durante este intermedio. He tenido mis cosillas de salud, he sabido lo que es darse con el muro de la incomprensión, de la ineptitud laboral y de la ignorancia atrevida de algunas personas con las que, gracias a Dios, ya no tengo que compartir trabajo. Mi «corazón» se resquebrajó en el 2015 pero, a día de hoy y, gracias a mi valor, a la fortaleza que mi padre me enseñó, al apoyo de mi familia y mis contados amigos y, sobretodo, a lo bueno que vino durante la tormenta, estoy aquí y quiero seguir luchando, disfrutando, bebiendo, comiendo, riendo. En una palabra, VIVIENDO.

No sé cada cuanto tiempo volveré. Esto de las redes sociales ha cambiado mucho. Ahora hay blogueros, influencers o agitadores sociales cada centímetro digital. Yo soy de otra generación bloguera. Los relevos generacionales son ley de vida, aunque a mi no me guste el paso que se ha producido de la mía a la actual.

Seguiré apoyando los proyectos de personas que me gustan, que me dicen algo, que tienen un sueño detrás, una historia que contar, de aquellos de los que puedo aprender y de los que mejoran y enriquecen mi tierra y, sobretodo, respetando y, respetando en primer lugar, a los profesionales del sector, algo que me enseñaron mis padres y por lo que les estaré eternamente agradecida.

Como dice la letra del tango «que 20 años no es nada» pues digo yo «que 10 años es todo».

Gracias y gracias siempre por vuestro cariño