A pesar de vivir siempre a contra reloj, galletear es uno de mis pasatiempos preferidos. Ya os digo que no tengo tiempo libre y, mucho menos, que perder. No va conmigo ese concepto. Prefiero hacer algo cuando tengo 5, 20 o 50 minutos libres a sentarme en un sillón, ver tele, etc. No soy de descansar mucho.

Últimamente, ando líada buscando la receta perfecta de galletas sin gluten. Y, creo que ya la he encontrado. Ésta será la que emplee en mis próximos encargos para comuniones, cumples, bodas, etc. Es fantástica.

Cuando se piensa en repostería sin gluten, caemos en el error de pensar que son elaboraciones «aburridas», sin gracia ni sabor. Pues no es así. La ausencia del gluten no tiene por qué hacer nuestros dulces poco apetitosos.

Estas galletas las tomarán, tanto celíacos como no celíacos y ambos, disfrutarán por igual. No se nota nada, nada, nada, que son gluten free.

INGREDIENTES:

  • 100 gr de mantequilla
  • 100 gr de azúcar
  • 2 huevos
  • Ralladura de limón
  • Zumo de un limón
  • 250 gr harina de arroz
  • 20 gr  harina fina de maíz

ELABORACIÓN:

  • Bate la mantequilla junto con el azúcar.
  • Agrega los huevos uno a uno.
  • Añade la ralladura y el zumo de limón.
  • Por último une a las harinas.
  • Haz un rulo, envuelve en film plástico y refrigera.
  • Extiende con rodillo y corta con la ayuda de un cortapastas.
  • Hornea con horno precalentado a 170º hasta que los bordes estén dorados.

Puedes bañarlas con choco o dejarlas al natural.
Galletas que se convierten en pasatiempo. Galletas para acompañar la partida de cartas, de dominó, los solitarios y, hasta el café.
Unas bañadas de choco y otras al natural todas son super golosas.

Animo desde aquí a los hosteleros a que incluyan algo de cortesía, también para los celíacos. Os lo ejemplifico:

Mi hijo Pablo suele ir con sus amigos a tomar algo a una cafetería. Aquí es habitual que te pongan tapas de cortesía con tu consumición, peeeero la amplia mayoría no son aptas (tortilla, tostas, empanada,…). 

A él no le importa, o eso dice, pero en el momento de pagar todos pagan lo mismo. Un poco injusto, ¿no creéis?, sobretodo porque sabemos que el precio de esas «cortesías» va incluído en su consumición. No es tan difícil conseguir propuestas que valgan tanto para unos como para otros. 

Fijaos, si mi hijo decidiera no ir a ese lugar, sus amigos tampoco lo harían y, por lo tanto, serían 6 consumiciones menos que tendrían, que multiplicadas por dos  (porque hacen doblete), son unos eurillos. Venga, que no es tan difícil!. Me pongo a su disposición.